Cuando se habla de mayor simplificación y menor burocratización del planeamiento urbanístico ¿Qué se quiere decir?

 

En no pocos foros que versan sobre el planeamiento urbanístico se menciona la necesidad de simplificar y de reducir la burocratización de su tramitación. Pero cuando se pregunta en qué se sustancian esas dos afirmaciones, no se oye más que el cri, cri, cri, cri de los grillos veraniegos, indicativos de que no hay propuesta concreta. Por eso nos preguntamos qué quieren decir en realidad.

Si nos acogemos al significado que les otorga el DRAE, simplificación es aquella 1) acción de hacer más sencillo, más fácil o menos complicado algo y 2) acción de reducir una expresión, cantidad o ecuación a su forma más breve o sencilla. Y en el caso de burocratización señala que es la acción de aumentar de manera excesiva las funciones administrativas de una sociedad u organización.

Todo el mundo estaremos de acuerdo en que nadie quiere complicar las cosas o añadir procedimientos innecesarios a la tramitación de nuestros instrumentos de ordenación. De hecho, en esos mismos foros se apunta que hemos llegado a complicar en exceso los contenidos de los planes o que los sometemos a un número excesivo de informes, los cuales, además, se dilatan en exceso en su emisión.

Sin embargo, la cuestión fundamental, y que no se saca a relucir, es si los contenidos, determinaciones y exigencias que nuestros planes deben cumplir se ven reflejados (o no) en lo que hacemos, si los planes cumplen o no las previsiones legales (establecidas por el legislador y no por el “órgano sustantivo”) y si estas pueden ser comprobadas por los demás y por el poder judicial mediante otros medios en caso de discrepancia entre el órgano sustantivo y cualquiera afectado o que ostente un interés legítimo sobre lo que regulan. Aquí no se oye ninguna reflexión, ni juicio de ponderación. Solo se oyen quejas cuando se produce una nulidad de pleno derecho por… omisión de tal o cual estudio, informe o contenido, o cuando se saltan los procedimientos y, entonces, la cuestión va por barrios, no lleguemos a pensar que las posiciones son unánimes (cuando los deberes y las cargas anulados son importantes, los ganadores no chillan; cuando es la oposición quien tumba el plan, estos no chillan; cuando gana la administración, esta tampoco chilla, etc., los ganadores nunca chillan, sean quienes sean. Basta ver el último pronunciamiento del TSJ de Madrid sobre la Ordenanza de ZBE).

Lo que no se quiere reconocer es que el planeamiento urbanístico ya no es lo mismo que antaño, que ya no responde, ni debe responder a los mismos objetivos y necesidades que antaño y que las reglas para su adopción tampoco son las mismas que antaño. Por el contrario, se nos llena la boca de sostenibilidades, resiliencias, participaciones, concertaciones, consensos sociales, impactos ambientales e impulsos económicos, casi siempre en las etapas previas. Ahora bien, cuando llega la hora de la verdad, la de trazar las rayas, la de formular las normas, la de verificar el cumplimiento de las condiciones exigidas por el poder legislativo que nos representa a todos, ahí a todo el mundo le tiemblan "las cachas". Ya que estamos, ¿alguien está dispuesto a hacer un análisis serio y objetivo de las causas de la demora de la definición y tramitación de los planes, incluso considerando el aspecto que ha señalado el profesor Baño León en más de una ocasión de que el plan ya no atribuye derechos? Frente al manido argumento de los informes, la verdad dista bastante de lo que sale a la palestra pública. La causa de mayor retraso radica en la incidencia en los actores, en los propietarios, en los ciudadanos y en sus bienes, derechos, obligaciones y en las expectativas (no nos olvidamos de nosotros mismos, los técnicos municipales con nuestros vicios y manías), ¡Quitémonos la careta de una vez!

Pero volvamos a la simplificación y a la burocratización.

¿Qué medidas de simplificación se sugieren habitualmente? 1) quitar contenidos, estudios y justificaciones (así en abstracto), 2) quitar informes sectoriales (igualmente en abstracto) y 3) eliminar procedimientos.

Ahora bien, en un medio urbano regido por el Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado ¿Qué es lo que se quiere quitar? ¿Memorias, planos, normas, catálogos, estudios económicos, la evaluación ambiental? ¿Quitamos el EVEF, el ISE, el estudio de impacto de género, el de lingüística, los mapas de ruido, de inundabilidad, de los suelos contaminados, de riesgos sísmicos, forestales, los de movilidad, los de redes, los planos del catálogo, las normas generales, las particulares, las de protección?, ¿seguimos ….?, ¿Alguien se atreve a coger el bisturí?

En los informes sectoriales ¿Qué hacemos? ¿Quitamos los de carreteras, aeropuertos, puertos, costas, ferrocarriles, aguas, suficiencia hidráulica, energías e hidrocarburos, telecomunicaciones, saneamiento, abastecimiento, suelos de alto valor agrológico, suelos protegidos, forestal, montes, grandes espacios comerciales, turismo, empleo, vivienda, cultura, agricultura, educación, tercera edad, salud, infancia y adolescencia, familias numerosas?, ¿seguimos también …? ¿A alguien se la va a negar la posibilidad de añadir tal o cual perspectiva que ayude a delimitar y definir una mejor solución urbana?, ¿o todo se tiene que fiar a la "palabrita" de los técnicos de que eso ya ha sido considerado?

Y en relación a los procedimientos ¿Qué quitamos? ¿Los borradores de la Evaluación Ambiental Estratégica, el Avance, la aprobación inicial, la provisional, la definitiva, las publicaciones, los periodos de alegaciones, el proceso de participación ciudadana o la consulta pública previa, las comisiones municipales, la aprobación por el pleno o quizás la reducción de los plazos de cada etapa para que todo fluya mucho “más rápido” y “más simple”?

Nuestra realidad diaria es compleja y parece mentira que nos cueste tanto reconocerlo y que los planes no son más que un reflejo de la misma. No vamos a negar que vivimos en la época de los titulares y en la de la presentación de realidades de facilidad masticable, pero una cosa es eso y otra tratar de hacer simple lo de que por sí es complejo. Esa es la virtud del plan, articular esa complejidad y eso requiere tiempo, medios y compromisos. Tejer con los hilos de la complejidad bajo un nuevo paradigma.

Y vamos con la segunda idea, la eliminación de la burocratización, también ligada con la primera.

Puede que sorprenda al gran público, pero vamos a decirlo una vez más, los planes son normas de aprobación pública y como tales se rigen por los procedimientos administrativos, sus garantías y controles. Esa es su virtud, fuerza y potencialidad. Por ello, aquí suponemos que se propondrían dos alternativas: 1) despojarle de su condición de norma reglamentaria y 2) que no quede en manos de las administraciones o que estas sean unas meras comparsas de las decisiones tomadas por “todos los demás agentes” (añádase el listado de cada cual, que tampoco hay consenso sobre quienes son esos agentes ya que todos reclaman para sí la prioridad).

En el caso de la primera alternativa, ahí esta la propuesta de modificación del TRLSR, que no deja de ser un camino absolutamente equivocado, tanto en la forma como en el fondo. En la forma porque nos tememos que quién ha redactado la propuesta ignora deliberadamente la articulación de los distintos componentes de planes y sus mecanismos de definición y expresión (las normas no solo se escriben con palabras, también con símbolos matemáticos y con grafismos). De lo contrario no plantearía lo que se ha escrito. 

Resulta paradójico que en términos comparados, el sistema urbanístico español es la envidia de tantos otros sistemas (fundamentalmente anglosajones) que nunca han podido abordar los objetivos públicos que tenemos nosotros y, sin embargo, o quizás por eso, se trata de derribar su naturaleza, tratando de hacerles perder su condición de reglamento integral e integrado, amen de una jurisprudencia consolidada de 60 años (ahí está su condición ordinamental reconocida). Suponemos que molesta lo que se desconoce, fundamentalmente por la incomprensión de su naturaleza y, menos aún, aplicación.

En el caso de la segunda alternativa, es el clásico intento de cambio de poder, de quién y para qué se toman las decisiones. Desde los que luchan contra la democracia representativa y abogan por una democracia directa (como si fuera a dar un mejor resultado y, sobre todo, una menor posibilidad de bloqueo); desde los que tratan de vaciar la propiedad privada de su condición de bien de mercado a los que tratan de borrar del mapa cualquier función social de la misma; desde los microdecisores de la “república independiente de mi casa” que obvian el marco conjunto en el que se inserta, a los supra ordenadores del territorio que no son capaces de llegar al nivel de calle; desde los propietarios a corto, medio y largo plazo con distintas visiones de interés particular a los que únicamente ven intereses generales incapaces de ver personas particulares detrás de cada línea; desde los de "en este pueblo solo se hace lo que decidamos nosotros" a los que pasan por encima del pueblo como un lienzo en blanco; desde los hiperdesarrolladores como mecanismo de liberalización total sin evaluación de los efectos futuros a los bloqueadores de cualquier desarrollo que tensionan más los problemas vigentes. Todos quieren cambiar la naturaleza administrativa y decisoria del plan, por que lo que tenemos está muy “burocratizado” y la administración que lo aprueba tiene que hacer lo que tal o cual grupo de interés diga o proponga. Nada de aquello de lograr la mejor solución y consenso dentro del sistema.

Ahora bien, lo que nadie es capaz de hacer es poner negro sobre blanco una propuesta mejor que la que tenemos y que nos ha permitido llegar hasta donde estamos (con sus luces y sombras) y confeccionar/tramitar los planes para que cumplan todos los objetivos y determinaciones que nos hemos dado.

Así que, aquí retamos a quien quiera para que, con elementos concisos y concretos, propongan cuáles son esas medidas de mayor simplificación y menor burocratización de los planes urbanísticos, pero sin merma de las condiciones establecidas ¿o es eso lo que se pretende?

Mientras, los demás, nos dedicaremos a tratar de sacar el mejor resultado con las reglas imperfectas que tenemos y por nuestra parte y en este foro, en un próximo post intentaremos nuestra pequeña aportación a como se podría mejorar la eficiencia en la elaboración de los planes.

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