Trabajar desde ‘cualquier’ sitio es posible, pero no es sostenible
[caption id="attachment_8260" align="alignnone" width="700"] Phoenix, AZ [Photo: Dreamframer/iStock][/caption]
¡Hola a tod@s! Esperemos que estéis bien.
El verano es una época para la lectura y la reflexión, por ello nos ha parecido interesante hacernos eco de la reseña sobre la investigación de la profesora Hyejin Youn de la Universidad de Northwestern en Chicago, titulada Working from ‘anywhere’ is possible—but not sustainable (publicada en Fastcompany.com el 1/09/2020).
La profesora Youn analiza las relaciones laborales en el nuevo contexto derivado por el COVID-19, tanto desde la perspectiva de la productividad como de la innovación, y su incidencia en los movimientos migratorios y el tamaño de los asentamientos de población.
Os dejamos con ella y os damos la bienvenida a un nuevo curso de Orbenismo.
La innovación, como los bienes inmobiliarios, realmente depende de la "localización, localización, localización”.
Si bien los empleados de las empresas tecnologicas están utilizando el teletrabajo COVID-19 como una forma de escapar de áreas de precio inmobiliario tensionado como San Francisco, hay que reconocer que dicho éxodo puede ser temporal. Los líderes empresariales y sus equipos deben comprender una verdad fundamental sobre las grandes ciudades: son cruciales para la innovación.
Como indica una nueva investigación que mis colegas y yo publicamos en la revista Science Advances (The universal pathway to innovative urban economies, 21/08/2020), los avances en innovación se fomentan mejor en ciudades con una población mínima de 1 millón, como Dallas, San Diego, San Antonio, Phoenix y Houston.
Incluso cuando la inversión inmobiliaria se centra en ciudades más pequeñas, como Boise, Idaho (225.000) o Nashville, Tennessee (660.000), nuestra investigación indica que las nuevas empresas y otras empresas innovadoras deben ubicarse en la ciudad más grande que puedan pagar. En las ciudades más grandes existen externalidades, como mayores costos de alquiler y de mano de obra. Sin embargo, estos costes pueden compensarse con una mayor innovación.
NO SOLO DÓNDE, TAMBIÉN ES POR QUÉ
Una de las decisiones inmobiliarias corporativas más notorias en los últimos años ha sido la muy publicitada (y muy especulada) búsqueda de Amazon de una segunda sede, HQ2, que se planteó en Arlington, Virginia. Desde un punto de vista logístico, esta elección tiene mucho sentido, ya que el suelo y una mano de obra asequible eran las principales preocupaciones. Por otro lado, la sede principal de Amazon, en Seattle (con una población de 750.000 habitantes), constituye un ecosistema en sí mismo: con 45.000 personas y un eje vertebrador basado en la "colaboración e innovación".
Sin embargo, otras empresas tecnologicas deberían pensarlo dos veces antes de centrarse en ciudades por debajo del umbral del millón de habitantes, especialmente en ciudades más pequeñas como Arlington, Virginia, con menos de 250.000 habitantes. No es solo el "dónde", también es el "por qué".
Las empresas emergentes y otros agentes disruptores deben ser parte de comunidades más amplias y diversas, no solo en términos demográficos sino también de ideas. Cuanto más grande es la ciudad, más probable es que los recursos humanos disponibles sean diversos en cuanto a antecedentes, estilos de pensamiento, experiencias y perspectivas. Las ciudades más grandes también tienden a tener instituciones culturales, universidades donde se realizan investigaciones y múltiples industrias y sectores comerciales. Como resultado, las personas están expuestas regularmente a ideas creativas, tanto a nivel profesional como personal.
EL LÍMITE DE LAS TELECOMUNICACIONES
Durante esta etapa de COVID-19, por supuesto, la interacción de persona a persona ha sido limitada, especialmente en ciudades más grandes con poblaciones más densas. Como resultado, muchas personas que pudieron hacerlo optaron por escapar de las ciudades en busca de ubicaciones más remotas para trabajar virtualmente. Al punto de que las nuevas aplicaciones y otras herramientas tecnológicas han hecho posible trabajar en cualquier lugar con cobertura de Internet, posible, pero no probable a largo plazo.
Es cierto que el trabajo en remoto ha demostrado que se puede mantener la productividad, lo que ha llevado a los gigantes tecnológicos a considerar cómo ampliar esta opción laboral. Sin embargo, es importante distinguir entre productividad e innovación. La productividad a menudo se maximiza cuando se aprovechan las innovaciones recientes, pero pronto se atenuará a menos que se produzcan avances continuos, lo que podría resultar un desafío cuando las personas se conectan y se comunican solo de manera digital.
Cuando las ideas y los conceptos son realmente innovadores, hay pocas palabras en el léxico aceptado para expresarlos. Sin ese acervo común, las personas necesitan interacción física para expresar y experimentar ideas y conceptos. Esta comunicación no verbal entre los miembros del grupo es muy difícil de lograr con la comunicación remota que además ocurre de forma episódica.
Durante los últimos meses, a medida que las organizaciones han utilizado Zoom, Skype y otras aplicaciones similares para comunicarse "cara a cara" virtualmente, los límites de la comunicación digital han quedado expuestos. La comunicación basada en pantallas no replica de manera plena la interactuación entre las personas, particularmente cuando se intercambian ideas nuevas o se involucran en la resolución colectiva de problemas. Las personas a menudo experimentan la "Fatiga de Zoom" o se quejan de necesitar alejarse de Zoom después de un largo día de reuniones virtuales de trabajo y reuniones en línea.
Además, los seres humanos son criaturas sociales y estar socialmente distantes entre sí ha demostrado ser un desafío para muchos. Los entornos del lugar de trabajo no solo fomentan la colaboración, sino que también permiten la vinculación y la tutorización, que tienden a ocurrir de manera orgánica a medida que las personas interactúan. Este hecho hará que las personas regresen a sus oficinas al menos una parte del tiempo después de COVID-19, incluso aunque eso signifique desplazarse.
A medida que pase el tiempo, el trabajo remoto a tiempo completo para la mayoría de los trabajadores probablemente no será la norma y la decisión de ubicación de la sede y las operaciones de las empresas será aún más importante. Estar en una ciudad lo suficientemente grande como para fomentar la innovación y el pensamiento creativo será un factor determinante.
LO QUE NECESITAN SABER LAS CIUDADES
Los líderes municipales y los estrategas políticos deben comprender cómo hacer que sus ciudades sean más atractivas, en particular para las nuevas empresas y otros innovadores. La perspectiva habitual es que las ciudades individuales se desarrollan de una manera idiosincrática, dependiendo de su historia y geografía. Sin embargo, como señalamos en nuestras investigaciones y análisis de estudios anteriores, todas las ciudades siguen una línea de base similar de desarrollo, dependen del crecimiento de su población.
Para "escalar" sus ciudades, los líderes y los legisladores deben considerar el tipo de empresas y trabajadores que pueden fomentar el crecimiento. Como mostró nuestra investigación, las ciudades que atraen "trabajo cognitivo" aumentaron más rápido en términos de crecimiento demográfico y económico que aquellas que dependían del trabajo manual.
Por todo ello, tanto las empresas como los líderes municipales no deben asumir que las personas deberían, o querrán, trabajar en cualquier lugar posterior al COVID-19. Porque la ubicación sigue siendo importante, especialmente para crear y beneficiarse de un ecosistema de innovación.
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