La ciudad y las disociaciones "peligrosas" (2): Edificios y viviendas

¿Pero de verdad hay diferencia?




[caption id="attachment_5944" align="alignnone" width="700"]separacion suelo y vuelo-3 En un lugar de Bilbao, aunque podría ser cualquiera...[/caption]

¿Qué diferencia el edificio de la izquierda del de la derecha?




  1. ¿Su uso?

  2. ¿La forma jurídica del titular?

  3. ¿Su contribución o régimen tributario?

  4. ¿Su ubicación?

  5. ¿Su régimen de derechos y obligaciones?

  6. ¿Su valor del suelo?

  7. ¿Su capacidad de revalorización?

  8. ¿Su posibilidad de ser demolido para que mediante recalificación se incremente su…. valor?

  9. ¿Su deber de conservación? ¿Su deber de cumplimiento de condiciones de accesibilidad?, ¿Su capacidad de contaminación? ¿La probabilidad de que su cornisa se caiga sobre los peatones?

  10. ¿Su necesidad social y aportación a la revitalización urbana?


En muchas ocasiones insistimos en ver y señalar diferencias donde no las hay o son de mero matiz. Además, en correspondencia con esas supuestas diferencias, atribuimos artificiosamente diferentes condiciones de regulación e intervención, sin querer percatarnos de que todo integra un continuo (heterogéneo, sí) que se llama ciudad.


La creación de ciudad requiere la especialización de las piezas urbanas para garantizar un mínimo equilibrio. Cuando se organiza la intervención en la ciudad existente, se mimetiza el proceso, reproduciendo las técnicas propias de la creación de ciudad. Tal vez por ello, se insiste en señalar que no son lo mismo, que cada edificio es diferente. Uno piensa en muchas ocasiones que no son más que tretas y argucias para escurrir el bulto de las responsabilidades o quizás un reflejo de nuestra incapacidad de manejar elementos y problemas complejos, amén de los pre-juicios o conocimientos previos que condicionan nuestra percepción (aquí el derecho al disfrute de a una vivienda digna, allá que los bienes dotacionales no tienen la obligación de contribuir a la acción común en igualdad con los "lucrativos").


Recientemente nos referíamos a la peligrosa disociación entre espacio público y edificación, hoy nos detenemos en esta serie de disociaciones que se manifiestan de manera falsamente inocua, tanto en la generación de la nueva ciudad, como, sobre todo, en la conservación de la existente:




  • La ciudad se concibe como un ámbito espacial surgido por agregación casual, segmentada y desestructurada.

  • La diferenciación de las piezas urbanas, cuya máxima expresión es la técnica de la calificación, merma su capacidad de adaptación, menoscabando su resiliencia.

  • Se fomenta una errónea concepción de la necesidad o conveniencia de la intervención diferenciada en la conservación, mejora y afectación a las actuaciones sobre el medio urbano. Por ejemplo, la ITE como instrumento al servicio del deber de conservación (¡debe ser que las cornisas se caen diferente en función del uso!...)


Si la finalidad de la conservación de la edificación no son los propios edificios sino la vitalidad de la ciudad, ¿Por qué diferenciamos edificios y viviendas cuando la ciudad forma un continuo, donde los unos no pueden existir sin el otro si queremos seguir llamándolo ciudad? Y si no son diferentes ¿No deben contribuir equitativamente TODOS, al margen de su condición, a la supervivencia de la ciudad?


¿No será que a base de poner el acento en ciertos matices o diferencias finalmente caemos en la trampa de aprovechar nuestro sistema de categorías perdiendo de vista lo que es realmente importante?




“… en el fondo, los seres humanos se parecen muchísimo. Sí, se puede distinguir entre hombres y mujeres, y si se quiere, entre edades diferentes; pero cualquier distinción más exhaustiva responde en cierto modo a la pedantería y probablemente al aburrimiento. La gente que se aburre fomentando distinciones y jerarquías, es uno de los rasgos característicos.”


Plataforma.  Michel Houllebecq, 2002.


Comentarios